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martes, 28 de abril de 2015

Dolor pasajero, orgullo eterno.





Mi fin de semana en Madrid acompañando a Goyo en su cuarta maratón ha sido realmente inolvidable.

Ha habido tiempo para continuar avanzando en el proyecto de La Veredilla, que poco a poco va tomando forma y para volver a vivir las sensaciones que se experimentan en una prueba tan dura como los 42km y 195 m.

Los astros se habían alineado completamente en nuestra contra, y oscuros nubarrones se cernían sobre nuestras cabezas, aún más oscuros que los que nos acompañaron durante toda la prueba y que dejaron bastantes,litros de  agua sobre nuestros maltrechos cuerpos.













Goyo este año estaba mejor preparado que ninguno de los años anteriores. Había hecho una buena preparación que comenzó tras la Navidad. En Febrero me acompañó durante gran parte del recorrido de la maratón de Sevilla y completó sin dificultad 28 km, a los que siguieron varias tiradas entre 21 y 25 y culminó con un gran entrenamiento de 32  muy buen ritmo.

En las visitas a Zafrilla también aprovechaba para salir a rodar, llegando hasta los 20 km en altura, y estaba muy bien preparado. Tras los 32 comenzó con problemas en la zona de los isquiotibiales, concretamente en el semimembranoso y semitendinoso. En Semana Santa se reprodujeron las molestias durante una tirada que hicimos para recoger el sensor de la Fuente del Tejo, y a pesar de disminuir mucho la carga de entrenamientos desde entonces, la lesión no mejoró. 48h antes de la prueba tuvo que pararse por dolor y contractura tras un rodaje de apenas unos km.

Yo tampoco estaba muy católico y arrastro problemas desde la maratón de Sevilla con dolor en la articulación del tobillo derecho. Las perspectivas no eran para nada halagüeñas y nos asaltaban los peores temores. Goyo compró 24 h antes un pantalón corto de compresión por si le fuera útil. Para romper el maleficio de no estrenar nada el día del maratón lo probamos el sábado en un rodaje de unos 5km. Las sensaciones fueron buenas y le aconsejé que se lo pusiera pues podía ayudarle y no pensaba que le fuera a chafar la carrera, como así fue. También acordamos no pensar más en las lesiones y salir con optimismo y ya veríamos sobre la marcha qué pasaba.

Así lo hicimos y el resultado no ha podido ser mejor. Llevamos un ritmo regular toda la prueba, aguantando los chaparrones que nos cayeron, en ocasiones bastante fuertes, ya que la borrasca que había entrado la tarde anterior por Galicia nos pilló de lleno durante la mañana. La temperatura se mantuvo en torno a los 10ºC durante toda la mañana, sin excesivo viento, y fue una bendición que todo el polen que estos días invade el ambiente hubiera precipitado al suelo. Tuvimos algo de frío antes de la salida, pero unos plásticos nos vinieron de maravilla para no perder calor con el cuerpo mojado. Durante la carrera la sensación térmica fue aceptable y no pasamos frio.

A pesar del tiempo de perros, disfrutamos de un día inolvidable. La maratón pone a prueba tu resistencia física y sobre todo psíquica, y he conocido a pocos que no quieran parar en el km 35. Tienes que usar todos tus recursos mentales para controlar tu cuerpo y lograr terminar. La maratón te endurece y te prepara para afrontar momentos muy difíciles de tu vida, y las 14 que he completado (todas las que he corrido), te ayudan a superar momentos muy difíciles, como la pérdida de un familiar. Todas las maratones te enseñan algo nuevo, y en esta hemos aprendido que nunca te debes dar por vencido aunque todo esté en tu contra.

El objetivo principal cuando corres una maratón es terminarla, y vencer a la distancia, la marca es algo secundario. Si además mejoras tu registro, miel sobre hojuelas.

Pero en este gran reto, el hombre propone y la maratón dispone. En este caso, cuando todo se alineaba en nuestra contra, nuestro gran control mental nos ha hecho triunfar, y encima con mejor marca personal para Goyo, pues bajó 2 minutos su mejor registro, y lo dejó en  3 h 54'. Acabamos completamente empapados pero orgullosos. Fuimos hasta donde teníamos la moto para volver a casa, entonces diluviaba y ya teníamos leves signos de hipotermia, dando tiritonas y con las manos entumecidas, pero satisfechos del trabajo realizado y de haber vencido una vez más a la distancia.

Tras una buena ducha y un caldo calentitos entramos en calor, y la tarde la pasamos estirando y comentando sensaciones vividas durante la carrera.

Ahora queda lamer las heridas con el orgullo bien alto, y pensar en el año que viene.

Mientras tanto, nuestra pequeña Raspberry Pi B+ sigue funcionando las 24 h, mandando datos sin problemas, y durante el puente Goyo la llevará a Zafrila para continuar las pruebas, que tendrán que ser muchas antes de su traslado e instalación definitiva en la aldea. Para San Isidro Goyo vendrá a Córdoba, y le tendré preparado el pequeño panel solar con el que iniciaremos las pruebas y el controlador de carga que ya he adquirido. Todo esto será instalado en el pueblo e iremos puliendo detalles durante toda la primavera-verano.

Nuestro mayor temor no es el fracaso, que no lo contemplamos, sino que una vez instalado haya algún forastero desaprensivo que dé al traste con todo el trabajo e ilusión que lleva encima este proyecto.

Esperemos que esto no ocurra.







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