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viernes, 10 de abril de 2015

Visita al Rincón de Palacios-La Nava




































Si hay un par de sitios realmente especiales entre todos los que podemos visitar en el vasto término zafrillense, están sin lugar a dudas el conjunto formado por el Rincón de Palacios y el Poljé de la Nava.

Decir Poljé de la Nava es como nombrar dos veces lo mismo (pleonasmo), pues ambos términos son sinónimos.



Se llama poljé al hundimiento de grandes dimensiones, en general con forma de valle alargado, de contornos irregulares y fondo plano, que se presenta en un macizo de roca kárstica.









En los bordes empinados suele aflorar la roca caliza y por la superficie,  un riachuelo discurre que a veces súbitamente desaparece por un ponor o sumidero, como ocurrió hace un tiempo en el poljé de Cabra. 

El poljé puede llegar a inundarse en forma temporal (o permanente,  convirtiéndose en lago) cuando el agua acumulada supera la capacidad de desagüe del ponor y de las grietas y sumideros que se encuentran en su recorrido, o si el nivel de las aguas subterráneas se eleva.

El fondo plano del poljé suele estar compuesto por una arcilla proveniente de la descalcificación de la caliza, llamada “terra rossa”. Estos valles son, en general, muy fértiles, ya que reciben numerosos sedimentos.

Hay algunos ejemplos de poljés en España, y unos de los más conocidos es el Poljé de la Nava de Cabra, a escasos kilómetros de Rute, del que hablaremos otro día junto con otro poljé que visité hace algunas semanas, el de la Escarabita de Trassierra.






El Rincón (arriba) y La Nava (abajo) son dos claros ejemplos de poljés kársticos y están conectados por una lengua estrecha de unos 200 m de ancho y 1000 m de largo, que los une y los separa a la vez. Ambos se encuentran a una altura aproximada de 1600 m, unos metros más elevado el Rincón, y rodeado de cumbres de unos 1700 m que los rodean casi en su totalidad, impidiendo que el frío allí acumulado escape.

Era una asignatura pendiente para mí visitar ambas zonas, y esta Navidad visitamos el Valle de la Nava, en una ruta que iniciamos en la Casa del Cura subiendo por la Rocha, donde dejamos el coche, y anduvimos hasta la misma fuente. No tuvimos tiempo de desplazarnos hasta el Rincón, que ya había divisado desde lo alto de la Morra en todo su esplendor, algo que por fin hicimos esta Semana Santa.


Ambos enclaves son auténticas bestias dentro de los polos del frío, y en ellos se registran las temperaturas más bajas de España. Si alguien hubiera monitorizado las mínimas durante las diversas olas de frío que se han registrado en los últimos 40 años, pongo la mano en el fuego que se hubieran batido los -30ºC de Calamocha o los -32ºC de Estany Gento.

La vista desde el alto de la Morra, en la zona de las Camareras, es impresionante, con el valle allí abajo, y esa multitud de pequeños riachuelos serpenteantes, que marcan un terreno típico de los poljés kársticos, que se ha ido horadando con el paso de los siglos. Estos riachuelos se van uniendo y van fluyendo lentamente hacia la zona de la Nava, a unos 1000 m, para ir formando el nacimiento de lo que ya es el recién nacido Júcar.



Este enclave maravilloso es el sitio preferido para pastar de los ciervos del lugar, y es frecuente verlos junto a los caballos alimentándose en un gran número. Ir acompañado de niños hace que el silencio necesario para disfrutar de los sonidos de la naturaleza y a su vez poder aproximarse a los ciervos para verlos más de cerca sea prácticamente imposible, pues no pueden estar callados ni un momento. Me fue casi imposible tomar alguna imagen decente de los ciervos a pesar de mi teleobjetivo de 500 mm pues nada más llegar salieron todos huyendo en tropel como alma que lleva el diablo.

Los caballos suelen pastar todo el año en esta zona, algo que parece increíble pues tienen que soportar temperaturas absolutamente heladoras, pero están perfectamente adaptados y parecen encontrarse como pez en el agua, aunque la vida aquí no es nada fácil, y buena prueba de ello son los abundantes  restos esqueléticos equinos dispersos por la zona, alguno lo conservo en casa como un valioso tesoro. Los buitres suelen merodear por la zona, siempre ojo avizor ante algún animal que no haya sobrevivido a unas condiciones tan duras.


Tras bajar desde los alto caminando hasta el valle seguimos la excursión por la zona menos inundada, pues la zona central rezumaba agua debido a las últimas lluvias. Además hay pequeños ojos diseminados por el valle de los que mana el agua y que van formando cientos de pequeños riachuelos.Evidentemente en nuestra visita navideña no encontramos agua en estado líquido, todo estaba congelado.


Tras recorrer toda la zona desembocamos en la Nava, justo en el embudo de salida del incipiente arroyo que formará parte del Júcar y que penetra por una bonita cárcava para dirigirse hacia la zona de La Rocha, y nos apretamos una buena y merecida merienda tumbados en el valle. La temperatura era realmente agradable esta semana santa, algo muy poco frecuente en este zona en esta época del año, donde aún se registran temperaturas muy por debajo de cero, y donde hace poco más de un mes se midieron nada menos que -22,7ºC, en una ola de frío para nada excepcional.

 Tras tomar fuerzas iniciamos la marcha en sentido opuesto, subiendo de nuevo hacia el Rincón. Tras estudiar bien toda la zona finalmente dejé la segunda garita que he llevado en este viaje en el centro del poljé del Rincón de Palacios, a 1620 m, en un enclave que me parece excepcional y, si los amigos de lo ajeno no lo impiden, iremos publicando los valiosos datos de este datalogger  RC-5, con capacidad para 36000 registros, que he programado en intervalos sieteminutales, y que no se llenará de información hasta pasados más de 5 meses, si antes no se le agota la pila. 


A finales del verano , Goyo recogerá la información y volverá a situarlo para que pase todo el crudo invierno, donde será difícil acceder. Si volvemos a ir en Navidad, algo bastante probable, no dejaremos de hacerle una visita si las condiciones meteorológicas lo permiten,  para ver que sigue en su sitio y que no se ha quedado sin pilas.

Espero que todos los seguidores del blog, muchos de vosotros bien conocedores del terreno del que hablamos, sepáis que dentro de estos artefactos blancos atados a un arbusto o pinchados en una estaca, se encuentran valiosos sensores que nos mantendrán informados de lo que va aconteciendo a lo largo de los meses en estos paradisíacos parajes, y sepamos respetarlos y hacerlos respetar.

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