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domingo, 17 de mayo de 2015

La calsotada zafrillense

Dentro de las costumbres catalanas más arraigadas está la de consumir un tipo especial de cebolla, con denominación de origen, denominada Cebolla Tardía de Lérida, y que se consume precisamente a finales del invierno y principios de la primavera. Este tipo de cebolla se denomina popularmente calsot, y son muy típicas las calsotadas, donde se consumen grandes cantidades de calsots con salsas, como la romesca.


Esta costumbre, aunque extendida por toda Cataluña, parece que proviene de la zona de Tarragona, concretamente de Valls, donde es el plato típico de la zona.

El nombre calsot viene de la forma de cultivo de esta peculiar cebolla dulce, que se calza con tierra para obligarla a que crezca hasta los 20-30 cms, que es su longitud habitual. 

Se suelen cocinar a la brasa, y aunque por el exterior parezca que están quemadas, al quitar la parte externa queda una zona interior tierna y jugosa.

Durante Nuestra visita en Semana Santa a Zafrilla, los tios de Goyo habían traído un montón de calsots y prepararon una gran calsotada para todos. La verdad es que aunque conocía este tipo de verdura por la televisión, nunca la había probado hasta entonces y puedo decir que la experiencia fue de lo mejor

El calsot sin salsa tiene poca gracia, pues tiene poco sabor, pero acompañado de una buena salsa está realmente bueno, y aunque nos costó acabar con la gran cantidad de calsots que prepararon, al final acabamos con ellos, aunque algunos ayudaron más , como Goyo padre que se puso como el tenazas. 

Los que somos de menos comer también contribuimos en lo que pudimos, pues además había un buen surtido de carne y chacinas acompañando a los calsots, como suele ser habitual.

Yo pensaba que de las mejores cosas que habíamos importado de Cataluña era el pan tumaca. Esa rebanada de pan, con un poquito de ajo y tomate frotado y aderezado con un buen aceite de oliva virgen extra es de los mejores y más sanos manjares que podemos disfrutar en el desayuno.Solo resta echarle una pizca de sal y si encima le pones unos taquitos de jamón, al ser posible ibérico, es algo que quita el sentido.

Pero tras probar la calsotada zafrillense tengo que decir que es otro placer para los sentidos culinarios. 

Lástima que por Andalucía no se cultive aún este tipo de cebolla. 

Pero todo llegará.


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