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domingo, 16 de octubre de 2016

Visita a la Fuente de la Toba y las Hoyuelas

Hace unas semanas comenté en el blog la excursión a la Fuente del Barranco, con el pequeño chopo enfermizo que Goyo sembró hace varios años y que regué intentando evitar su pérdida, y la idea de sembrar un pino piñonero próximamente, que diera una buena sombra a los que se sentaran en verano.


Bien, pues tuve la oportunidad de hacer otra excursión unos días después que parte precisamente de esta Fuente. La idea era llegar hasta el alto de las Hoyuelas, un enclave que aún no conocía. Goyo me indicó, que subiendo desde la Fuente y desviándose hacia la izquierda se tropezaba uno con ellas. Así que me aventuré a intentar encontrarlas solo, adelantándome en más de una hora al resto del grupo, que iría en coche.

Cuando llegué a la fuente comencé la subida por un camino muy poco transitado, paralelo al arroyo de las Hoyuelas y fui atravesando por una sucesión de huertos ya abandonados, donde aún sobrevivían a duras penas los manzanos y las nogueras.


No supe ver la desviación hacia la izquierda que tenía que tomar en dirección a las Hoyuelas ya que no hay ninguna vereda, o al menos yo no la vi, así que seguí arroyo arriba atravesando huertos y llegué hasta la Fuente de la Toba.


La zona era realmente bonita y al pasar la Fuente me encontré con algo sorprendente. Si caminas por el campo en silencio siempre puedes presenciar de cerca muchos animales. En esta ocasión me tropecé con una jabalina y su retoño, un pequeño rayón, que hozaban bajo un manzano saboreando manzanas y tubérculos.


No debí parecerle peligroso porque apenas se inmutó, y se limitó a alejarse con mucha parsimonia junto a su cría, y pude incluso tomar alguna foto con el móvil. Lástima no haber traído mi teleobjetivo, pero mi idea era alternar la caminata con algún trote y eso lo hacía inviable. A pesar de que el objetivo de un Smartphone da para poco, al estar a poco más de 10 metros me permitió sacarla aceptablemente..

En esta ocasión tuvo suerte de no tropezarse con ningún cazador furtivo, sino con un cazador de imágenes.


Tras el subidón de ver un jabalí tan cerca, continué arroyo arriba contemplando el bonito paisaje, como unas rocas puntiagudas que con las sombras del atardecer tenían una belleza especial.

Finalmente, siguiendo el cauce del arroyo acabé junto al camino que viene del Collado del Mojón, y que acaba en el Prado Redondo. Como estaba un poco desorientado, decidí seguir  a la izquierda por un carril que se desvía del principal tras pasar el corral derruido que hay tras una gran S que hace el camino.

Ahí ya comencé a trotar ya que la tarde avanzaba rápidamente y tras pasar por otro corral derruido seguí cuesta arriba por un camino bastante pedregoso a un buen ritmo de carrera, que me permitió avanzar mucho.

Seguí trotando un rato siempre picando hacia arriba y cuando menos esperé me quedé sin camino. Subí hasta la zona más elevada para intentar situarme y me di cuenta de que me había pasado de frenada. Estaba justo encima del estrecho que conecta la desviación de la casa del Cura y el Prado Redondo. Nunca había visitado aquella zona, todo para mí era nuevo, pero siempre miro los mapas antes de ir a algún sitio, y sin duda alguna aquello era Cabañeros.

Allí había buena cobertura, así que pude hablar con Goyo, y volví de nuevo corriendo hasta el corral anterior donde ya encontré a Goyo con los demás.

Ya en el coche volvimos hasta la S que da entrada a la zona del Collado del Mojón, y de allí parte un carril poco visible que sube hasta las Hoyuelas. Ya no se me olvidará para la próxima. Es un carril poco transitado y que Darío es de los pocos que usa ya que las cabras hay veces que están por esta zona.

Subimos hasta un corral y allí dejamos el coche, caminamos hasta el alto, desde donde las vistas son preciosas. Era una zona muy pedregosa, descarnada, con solo pequeños arbustos y desde donde se podía ver el valle que da entrada al pueblo, aunque no el mismo pueblo.

La idea era haber bajado hasta lo hondo de las Hoyuelas, una zona de las menos conocidas del término según Goyo padre, pero la tremenda espesura de pinos de la zona en esa hondonada junto con la poca luz que ya quedaba pues se ponía el sol, hizo que lo tuviéramos que dejar pendiente para otra ocasión.

Volveremos a explorar la zona en una próxima visita al pueblo. No sé si alguien lo ha hecho, pero tras ver las vistas del pueblo, se podría seguir una ruta directa por encima de la Fuente del tío Peseto, subiendo hasta encima de la cantera donde teníamos la estación con el brico (la cantera que todos conocéis), y desde ahí por la zona alta no debe ser ni muy largo ni complicado llegar a la zona.

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